miércoles, 24 de enero de 2018

Cuentos infantiles: El Soldadito de Porno


Cuando ves la película "encuentros cercanos en la tercera fase", no te vas a la sierra de Madrid esperando encontrar un OVNI detrás de una montaña, ¿Verdad?

Entonces, ¿Por qué miramos las películas porno como si eso fuese la realidad?

A día de hoy los hombres (especialmente los homosesuá), encaran el sexo como si fuese una actividad absolutamente abrumadora, llena de exigencias, con requerimientos de cumplir con excelencia un papel, y llegar a una meta como si de una maratón se tratase. ¡Resistencia durante dos horas y 40 kilómetros! 

Las películas no son la realidad, por eso son películas. Para ver la realidad, uno se va a una delegación de hacienda, no a un cine. En las películas porno los actores se mantienen duros durante todo el metraje; pero las escenas están seleccionadas, hay cortes, se toman descansos (y no vamos a hablar de pastillas azules). A veces compensa incluso ver las tomas falsas para tener una mejor idea de dónde están los trucos.




Lo cierto es que nos exigimos demasiado, de forma casi irreal. A mi se me ocurren una serie de consejos para que la cosa vaya a mejor, pero como no quiero que esto se convierta en un relato erótico, voy a intentar usar analogías que todo el mundo comprenda.


COMO IR A LA GUERRA Y SER UN SOLDADO FELIZ

1) Los soldados necesitan descansos cuando estan entrando y saliendo de las trincheras. No es posible que un soldado esté absolutamente concentrado durante dos horas sin descansar. Es mas, nadie ha dicho que las batallas tengan que durar dos horas. Hay batallas que se han librado en 20 minutos, y la victoria ha sido arrolladora. Otras batallas han durado dos horas, y hemos terminado con varios soldados muertos y la trinchera anegada por el barro. ¿Por qué necesitamos que cada batalla dure lo mismo que "La lista de Schindler", si nos lo podemos pasar igual de bien con un capítulo de "Los Simpson"?

2) Si un soldado pierde el conocimiento, no lo agobies. No te pongas a cachetearle de forma compulsiva, no se va a despertar si no está apto para ello. Lo peor que podemos hacer es mirar fijamente al soldado esperando que se levante, además eso es muy agobiante para su capitán. Lo mejor es dejarle descansar. Hay batallas que se pueden librar sin soldados, otras trincheras que se pueden explorar. Nunca le digas a un soldado "¡Joder, no hay forma de que te levantes!"; es desagradable, no aporta nada, y haces sentir al capitán como si fuese un fracaso cuando no lo es. Es más fácil reanimar a un soldado diciéndole a su capitán "No te preocupes, nos tomamos un descanso" que "¡ARRIBA SOLDADOS, QUE LAS TRINCHERAS SE ESTÁN CERRANDO!"

3) Como jefe de la trinchera, intenta no exigir tanto de los soldados. La presión y el agobio son lo peor durante las batallas. El miedo a no estar a la altura nunca mejora las cosas, todo lo contrario. La mejor trinchera no es aquella a la que solo pueden acceder los supersoldados, sino aquella en la que un soldado raso se siente a gusto y deja la piel en batalla (si no se la han quitado con cirugía previamente). Personalmente hay trincheras en las que he preferido no meterme; porque requieren tantísimo esfuerzo, que no lucen divertidas sino como agujeros del infierno. 

4) Somos PERSONAS antes que militares. Eso nunca lo pierdas de vista, ni como capitán ni como trinchera. Un soldado usado como objeto, se comportará como un objeto; es decir, que no va a responder a estímulos humanos. Si decide ponerse en huelga o desmayarse, no lo vas a reanimar si consideras que es un soldadito de plomo (o de goma, en este caso). Tratar a las personas como personas, incluso aunque solo sea en el campo de batalla, es el mejor afrodisíaco.... perdón... estimulante militar. Sé que suena ñoño, pero yo he librado muuuuuchas batallas, y las victorias mas dulces han sido aquellas en las cuales hay lugar para una conversación, una sonrisa, y una caricia cómplice.

5) Que un soldado se desmaye, no significa que no le guste el campo de batalla. A veces los soldados están tan ansiosos por impresionar al bando enemigo, que también se desmayan. Así es, sucumben a la presión. Por eso tampoco creas que porque un batallón pierde fuerza, significa que no le guste la trinchera; a veces puede que sus fuerzas se vengan abajo porque la trinchera les gusta mucho y tienen miedo (infundado) a que las armas se le caigan al suelo.

6) Y si la batalla no se gana, sea por el motivo que sea; no pienses que es una catástrofe. No ir a la guerra un día no es el fin del mundo, no lo pienses tú ni se lo hagas pensar al (los) otro (otros). Hay muchas batallas para librar, trincheras para ocupar, y ejércitos dispuestos a luchar. Una derrota no es el fin de la guerra. Hay batallas que se ganan y otras se pierden. Y cuando la batalla se pierde, por favor, sé compasivo con los soldados caídos. No los responsabilices y hagas sentir fracasados; anímales a hacerlo mejor la próxima vez, o incluso tómate una cerveza con su capitán; que a veces incluso de las batallas perdidas salen personas muy queridas.

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